La empanada es uno de los platos más universales de la gastronomía gallega y es un auténtico manjar que sirve como aperitivo o primer plato en numerosas comidas. Pero hay algo que muchos se preguntan: ¿cuál es el origen de la empanada gallega?
El concepto de una masa con un relleno de diferentes ingredientes es una idea habitual en muchos lugares del mundo y es posible que su procedencia tenga algún tipo de tronco común. Sin embargo, en la cultura gallega existen elementos que hablan ya de la empanada varios siglos atrás.
¿Cuál es el origen de la empanada gallega?
Ante todo cunde señalar que el origen de la empanada gallega es incierto. Bajo esa premisa podemos trazar e investigar diferentes teorías que nos llevarán a concluir que se trata de un plato muy presente en Galicia desde hace siglos.
Hay datos que apuntan a que en la antigua Persia ya se elaboraba un plato muy similar a la empanada. E incluso en Grecia se preparaba una pasta especial, suave y fina, con el fin de ser rellenada.
Otra posibilidad nos lleva hasta la influencia árabe en la península. Los árabes preparaban empanadillas de trigo rellenas de carne de cordero que podrían haber calado en los pueblos ibéricos.
Y es que existen referencias que apuntan a que la empanada ya se hacía en Galicia en el siglo VII, en plena época visigoda, con normas específicas para su elaboración. Incluso hay fuentes que retroceden a los suevos, pueblo germánico que habitó Gallaecia entre los siglos IV y VI.
Como decimos, no se sabe su origen a ciencia cierta o si es algo realmente autóctono. Sí se cree que se usaba como pan que acompañaba a guisos y estofados con una tapa superior para proteger el contenido del exterior. ¿Será la empanada un plato originario de Galicia?
La empanada en el Pórtico de la Gloria
Viniese como viniese, en la cultura encontramos un elemento clave que indica que la empanada y Galicia van de la mano desde hace siglos. Y se puede comprobar en una de las principales obras de arte gallegas. El Maestro Mateo plasmó la importancia de la empanada en su obra magna, el Pórtico de la Gloria, otrora fachada principal de la Catedral de Santiago.
En las esculturas superiores del arco derecho del Pórtico de la Gloria, las que se refieren a los penitentes, se puede ver a uno de los pecadores en el intento de comerse una empanada. La soga que lleva al cuello se lo impide. Qué imagen aquella, ya una empanada protagonizaba en el siglo XII la advertencia del pecado de la gula. Y qué mensaje a los peregrinos de la época.
No muy lejos de allí, en el Palacio Episcopal de Gelmírez, el Maestro Mateo dejó otra empanada para el recuerdo en las ménsulas del piso superior, donde varias esculturas representan un copioso banquete con el preciado plato.
“…Y dicen que por aquel entonces, allá por el siglo XII, los antiguos peregrinos sabían que estaban ya llegando a Santiago de Compostela cuando, desfallecidos y hambrientos, desde los montes cercanos sentían ya el agradable olor de las empanadas… de pan… y de vieiras… convirtiéndose así la empanada en una nueva y sabrosa Guía del Camino y apetitoso aliciente para volver a peregrinar”.
Con razón ganó adeptos entre los peregrinos de la Edad Media. Un fantástico aprovisionamiento para el largo caminar, sabroso y cómodo de transportar.
Tal debió ser su importancia en aquella época que hasta Alfonso X El Sabio las incluyó en sus Cantigas de Santa María. Efectivamente, si la costumbre entonces era la de servir la comida sobre un disco de pan, gloriosa fue la idea de tapar el conjunto.
Un plato de mil sabores
La empanada llega así a nuestros días, convertida en una parte indispensable de la gastronomía gallega y española. Las hay de todos los gustos, de masas de trigo y de millo (maíz), con rellenos de bonito, de carne, de bacalao con pasas, de pulpo, de zamburiñas, de xoubas, de congrio, de mejillones, de berberechos, de choco… y de lo que uno quiera.
Será difícil establecer el verdadero origen de la empanada gallega. Hoy nos queda para disfrutar el plato gallego más universal. Y sin nada de marketing. En Delcabo Selection tenemos sabrosas empanadas gallegas y preparadas para una caducidad de seis meses, perfectas para tu casa, tu tienda o tu restaurante.
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